martes, 23 de noviembre de 2010

El fútbol venezolano fue el gran perdedor

“Papi, cuando lleguemos a casa le contamos a mamá, lo que pasó en el estadio”, le decían dos niños a su padre en la tribuna al finalizar el encuentro entre Caracas y Petare, pero rápidamente el señor le replicó: “no digan nada, porque sino su madre no nos dejará volver al estadio”.
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En esa frase está contenido mucho de lo que se perdió con lo ocurrido el domingo durante el empate a dos entre los dos conjuntos capitalinos, porque indudablemente después que eso pasó, como alguien puede pedirle que vaya a un estadio, donde los organismos en vez de controlar, son los encargados de agredir de manera brutal. ¿Qué inicio todo? Las versiones sobre el comienzo de lo ocurrido son diversas: una retaliación por un problema anterior entre policías y la fanaticada “roja” o que un efectivo había sido agredido por dicha afición, y por eso fueron a agredirlo no da razón a la desmedida represión.
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Se demostró que los organismos policiales no están preparados para este tipo de hechos en un espectáculo público, ya que lo único que están acostumbrados es a la represión. No es posible que disparen perdigones, arranque los asientos y lo utilicen para agredir, y además golpeen a todas las personas en el estadio, entre ellos muchos niños y personas mayores que se vieron involucrados en medio de este tipo de espectáculo. Indudablemente, esta situación aleja a los fanáticos, a los niños que fueron con ilusión a un partido, un hecho muy triste que es un paso atrás para nuestro fútbol.

Fuente: Meridiano.com.ve

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